Para seguir conociendo a Abraham

martes, 10 de mayo de 2011

Ti troverò... Adagio

Chiudo gli occhi e vedo te... Cierro los ojos y te veo... Suena como extraño que para ver haya que cerrar los ojos... sin embargo, son justamente estas paradojas del lenguaje las que hacen de la poesía y de la canción, un lugar donde todo aquel que se acerca puede encontrar lo que busca... lo que necesita... lo que desea...
Sabrán disculparme si esta vez me vuelvo aún más personal que lo de costumbre... pero es que lo vivido con Adagio no me permite hablar de otra manera...
Este tema tiene mucha historia, mucha vida... ha sido pedido con insistencia y también ha sido largamente esperado... ¡Tanto pedido y tanta espera! no podían si no acrecentar la intensidad natural de semejante canción compuesta por Lara Fabián hace ya algunos años... En distintas oportunidades y de diferentes maneras pude compartir con Abraham y su familia "mi experiencia", mi mirada sobre este tema... Desde el primer momento que lo escuché interpretado por Cristian Imparato, empecé a soñar con sentirlo -no sólo "escucharlo"- en la voz de Abraham, sabía que sería un exitazo... estaba tan seguro de eso que poco a poco dejó de preocuparme hasta desaparecer por completo... empecé entonces a adentrarme en la canción, a dejarme llevar por la fuerza irresistible de la música... y dejar que la letra vaya abriéndome ventanas en el alma... No tardé en percibir que realmente se trataba de una oración, de una plegaria con sabor a súplica... de un grito entrañable de alguien que había experimentado lo "infinito" del Amor de Dios, pero que en este momento se encontraba sumergido en la tristeza, en la angustia de sentirse perdido... en una verdadera agonía...
Cualquiera que ha experimentado el "amor" sabe que vivir fuera de él es prácticamente estar muerto... el protagonista de esta canción parece sentirse fuera de ese ámbito de vida, de ese único lugar en el cual es posible la felicidad, la plenitud... de ahí que en el punto más alto de la canción grita con todas sus fuerzas que no desea otra cosa sino "vivir en ti"... eso es lo que busca hasta el cansancio, y en esa búsqueda entrega hasta el último aliento... pero viendo que a pesar de todos sus esfuerzos no logra regresar a ese lugar donde había experimentado tanto bien, deja de mirarse a él mismo y se dirige al Amor diciéndole: si sabes cómo encontrarme, si sabes dónde buscarme... abrázame con la mente... Ya que no puede encontrar el Amor por sus propios medios, no le queda otra alternativa que dejarse encontrar por él... porque sólo el Abrazo del Amor es capaz de devolverle la vida... fuera de ese abrazo todo es oscuridad... el sol se apaga... las estrellas desaparecen de los sueños... y las noches lo despojan hasta de la piel...
En ese diálogo -porque a pesar de no escucharse la voz del Amor no caben dudas que está silenciosamente presente, y por tanto es un diálogo, no un monólogo-, ante la pregunta: dime quién eres y te creeré..., aparece sorpresivamene una revelación maravillosa como respuesta: eres MÚSICA...
...Claro... pero entonces ahora somos nosotros los que quedamos llenos de preguntas... ¿por qué el Amor se presentaría como MÚSICA?... ¿qué hay entre el Amor y la música que pueden llamarse indistintamente con un nombre o con el otro?... Podríamos estar pensando una eternidad y seguramente no lograríamos descifrar racional y acabadamente el enigma... Yo me atrevería simplemente a señalar una constatación: Tanto al Amor como a la música se los conoce verdaderamente sólo si se los experimenta... no basta escuchar, no basta entender, no basta con hacer críticas exquisitas... es necesario experimentarlos... El uno y el otro, el Amor y la música, nos transforman, nos hacen más plenos... si los dejamos entrar en nosotros... si nos animamos a abrirles las puertas...
Por eso, al escuchar a Abraham interpretando Adagio, hemos sentido lo que sentimos, hemos experimentado lo que experimentamos... ¡qué importa que no tengamos palabras para expresarlo! ¡qué importa que tengamos que recurrir simplemente a describir sensasiones físicas como las lágrimas, o los bellos erizados en el cuerpo, o una presión en el pecho...! Ni la falta de palabras, ni la aparente irrelevancia de las sensaciones físicas pueden quitarnos la certeza de que hemos experimentado algo verdaderamente importante... Sólo el Amor puede devolvernos la vida... y ¿quién puede negarnos que cuanto vivimos al escuchar interpretaciones como estas nos sentimos verdaderamente vivos?...

2 comentarios:

  1. Gracias por el artículo! Maravillosamente escrito y muy profundo; un mensaje para núnca olvidarlo.

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  2. qué lindo Gus! gracias por compartirlo...la verdad que si, la voz, la letra, verdaderamente poética, nos habla de ese Amor Resucitado...un abrazo grande!

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Abraham Mateo es... ¿cómo hacer para que una palabra pueda "definirlo"?... es lo más parecido a la poesía... a la mística... a lo que siempre está más allá... creo que lo más respetuoso es renunciar al intento de definirlo... Definitivamente lo mejor es permitirse el conocerlo...

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